Pesadilla by Javi Navas

Pesadilla by Javi Navas

autor:Javi Navas
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Fantástico, Novela, Terror
publicado: 2017-06-03T22:00:00+00:00


16. La montaña prisión

FUERA de sí, golpeó las verjas como un loco, las embistió con el hombro, las pateó, gritó y trató de forzar la cerradura con el puñal. Todos sus esfuerzos resultaron baldíos, pero no cejó hasta caer agotado.

―No es culpa suya. Es este lugar y la cosa que lleva dentro ―sollozó, sin aceptar que Mónica hubiese querido hacerle daño.

Se encontraba en una pequeña sala de piedra y tierra. No había ningún mobiliario y menos aún vestigios de vida, ni siquiera vegetal, a pesar de que las plantas espinosas incluso crecían entre las rocas.

Le sobresaltaron repentinos gruñidos y rugidos que llegaron desde el exterior. Varios depredadores gigantescos, cuadrúpedos, negros y armados con largos colmillos que salían de su boca y se juntaban formando un aterrador pico, luchaban por hacerse con los despojos humanos. Uno de ellos le vio y se abalanzó contra la verja. Álex saltó hacia atrás para evitar ser ensartado por el pico de la bestia, que lanzó chorros de saliva sobre Álex. El chico reculó y se alejó, limpiándose la cara con la mano.

Caminó por un pasillo que más bien parecía una grieta abierta de forma casual y que se introducía en la montaña. Una luz mortecina iluminaba todo el lugar. Uno de los útiles que Álex y Mónica tuvieron la precaución de echar en sus mochilas, antes de iniciar su viaje, fue una linterna y varias baterías de repuesto, pero no necesitó utilizarla.

A sus oídos llegó un rumor de voces. Suspiró y avanzó con precaución. Entonces, aparecieron multitud de fisuras y roturas en la roca, todas estrechas. Las voces parecían salir de todas ellas. Álex no entendía lo que decían, más bien parecía una letanía o un desafinado cántico emitido por una multitud.

Escogió la hendidura más grande y se metió a gatas con precaución. En cuanto pasó, la abertura se cerró con estrépito. Joseba gritó y palpó la piedra con las manos. No quedaba ningún rastro de la entrada, era como si nunca hubiese existido. Gateó a toda prisa hacia delante. Frente a él, la piedra cobró vida y latió cada vez más fuerte hasta que le cerró el paso y le sumió en la oscuridad.

―¡Nooo! ¿Qué es esto?

Encendió la linterna y la sujetó con los dientes. Hurgó con la punta del cuchillo en las minúsculas hendiduras que quedaron entre las rocas hasta que sintió que el suelo se movía. Desde los laterales se desprendieron tierra y piedras que cayeron por la grieta que se estaba abriendo bajo su cuerpo. Intentó aferrarse a la roca, pero esta cedió y el chico cayó al vacío.

La pared no era del todo vertical y Álex impactó contra los laterales una y otra vez hasta que rodó por una abrupta y empinada ladera que moría en un terreno cuajado de montículos espinosos.

Gimiendo se puso en pie a toda prisa. Se hizo una rápida revisión y descubrió multitud de feas heridas. Su ropa estaba manchada de sangre.

Algo le pinchó en la pierna y la retiró a toda prisa. Un bicho



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